Camino a Roma pasamos por Maranello y recorrimos la fábrica de Ferrari, lo cual me inspiró para escribir el siguiente texto.
Ferrari: el valor antes que el negocio
El caso Ferrari es un ejemplo claro de cómo, en muchas ocasiones, primero se construye valor —y solo después aparece el negocio. Enzo Ferrari no comenzó buscando ganar dinero. Su objetivo era otro: competir, ganar carreras, desarrollar autos de competición y dejar huella en el automovilismo.
Al principio, Ferrari fue un corredor frustrado. Tras abandonar su carrera como piloto, fundó una escudería para que otros, como Tazio Nuvolari, pudieran competir. Su pasión era la competencia. Para financiar su equipo, comenzó a vender autos deportivos de calle —pero no con fines comerciales, sino para poder seguir compitiendo.
Durante décadas, Ferrari fabricaba apenas unos 500 autos al año. La empresa tenía una rentabilidad limitada, pero ganaba carreras y, sobre todo, construía algo más profundo: una marca, un símbolo, una identidad nacional para Italia y un mito de excelencia a nivel mundial. Ese intangible —el prestigio, la calidad, el aura de ser “el mejor”— fue lo que verdaderamente acumuló valor durante medio siglo.
El punto clave es que Ferrari generaba valor, aunque no ganara dinero. Y ese valor, sembrado durante 50 años, es lo que permitió que más adelante la marca fuera transformada en un negocio brillante.
Hoy Ferrari factura más de 6.500 millones de dólares al año. De ese total, unos 5.200 millones provienen de la venta de autos, pero una parte creciente —más de 1.000 millones— viene de derechos de marca, licencias, merchandising y acuerdos de uso de imagen. Ferrari es una de las pocas marcas automotrices que monetiza su intangible con tanta eficacia.
Lo más notable es que ese modelo de negocio —rentable, escalable y poderoso— descansa sobre una base construida por Enzo Ferrari sin pensar en el negocio, sino en la excelencia, la competencia, la victoria y la pasiónLección: sin valor, no hay negocio sostenible
Este caso deja una enseñanza clara: muchos quieren ganar dinero sin antes generar valor. Pero son los intangibles —la marca, la confianza, el prestigio, la comunidad, la historia— los que sostienen todo.